miércoles, 12 de diciembre de 2012

Kombiento en Popa...

Han pasado mas de dos meses desde mi última publicación en el blog. Atrás quedo la magia y la historia de Machu Picchu, la profundidad y hermosura del Cañón del Colca, el aleteo constante de la innumerable cantidad de aves de la Reserva Nacional Paracas, las heladas noches a mas de 4600 msnm en Huaraz, la paz y tranquilidad de Punta Sal y todas las hermosas historias y anécdotas que me regalo el suelo peruano.

Casi 4 meses fue el tiempo que sello mi pasaporte en el mismo momento que Ecuador,  aquel mítico país que divide al mundo en dos, me abría las puertas de sus tierras.
La ciudad de Guayaquil, la mas grande y poblada del país, nos daba la bienvenida con sus calles coloridas por las flores y las exquisitas frutas que ni siquiera aparecen en mi vocabulario. Como en toda gran ciudad, el ruido y la vorágine de la gente, nos invito de cordial manera a dirigirnos hacia Salinas, la cabecera de la Ruta del Sol (también conocida como la Ruta del Espondilus) que une dicha ciudad con la de Esmeraldas al norte, casi en la frontera con el vecino país de Colombia. Su hermosa avenida costanera, rodeada de los mas grandes y pintorescos edificios que parecen gigantes durmiendo con las persianas bajas, esperando la llegada de sus acaudalados propietarios en la época de verano, muestra la cara que se ve desde el océano, una cara que contrasta con la pobreza a sus espaldas y que no tiene vista al mar.
La necesidad de generar dinero para poder seguir con nuestro viaje, hizo que apuráramos nuestra llegada a Montañita. Este pequeño pueblo, famoso por tener olas lo suficientemente grande para la práctica del surf profesional y por la fiesta que todo ello acarrea, era la que hasta ese momento iba a ser nuestra casa durante el verano. La idea era vender ensalada de frutas en la playa y juntar dinero para poder ir a Colombia, pero hubo un detalle que por cuestiones de visa no pudimos evitar: llegamos en Noviembre, y la temporada alta recién empezaba en Enero.
Durante dos semanas, el dinero que ganábamos nos permitía solo pagar el alojamiento y la comida, pero no era suficiente para ahorrar. Esto sumado a que el cielo siempre nublado negaba la posibilidad de ser iluminados por el sol, nos hizo cambiar nuevamente de planes: mi gran amigo José, decidió emprender su regreso a la Argentina mientras que Colombia estaba cada vez mas cerca para mi.
Como por arte del destino, dos amigos mendocinos, que vienen viajando en Kombi con el sueño de llegar hasta Méjico y volver,  se ofrecieron para alcanzarme hasta Quito ya que ellos viajaban para la ciudad capital a conocer otro grupo de Kombis ecuatorianas. Lo que parecía solo un viaje con amigos durante unas horas para luego cruzar a Colombia, termino siendo un nuevo volantazo en mi viaje. La fuerte amistad que formamos y los gratos momentos en Quito, hicieron que decidamos seguir nuestro viaje juntos a bordo de la Kombi modelo 82 que nos llevara a Méjico.
Los planes siguen siendo no tener plan. Las experiencias se renuevan día tras día una y otra vez, en esta ocasión en el punto del planisferio donde la latitud muestra 0°0´0´´, en la mismísima mitad del mundo.
Con mucha felicidad, con muchas ganas de seguir viajando y descubriendo, con viento en popa…

3 comentarios:

  1. Tan Feliz por vos amigo! El viento en popa es el mejor remedio para un viaje sin planes, siempre vas a salir hacia adelante y se te presentarás oportunidades infinitas y unas mejores que las otras!
    Beso frío y ventoso desde tu ciudad!

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  2. Saludos de toda tu flia Ti, que hermoso todo lo que te está pasando. Cuidate mucho y segui disfrutando de estos inolvidables momentos que la vida te está regalando y de los cuales vos sos el principal creador. Te queremos mucho, tb te estrañamos pero nos alegramos de tu alegría. Besos y abrazos desde el sur. Vero

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