martes, 5 de octubre de 2010

El Fin de un Principio...

Y llego el gran día. La despedida de todos los amigos y conocidos de Queenstown quedo en la memoria, como cada uno de los momentos que viví en ese maravilloso lugar y que espero haberles transmitido por medio de este blog.
Las turbulencias en el vuelo hacia Christchurch (donde recogeríamos la Van) parecían pedirnos que nos quedemos y que no nos vayamos de Queenstown...

Pero llegamos, y ahí estaba ella, la Van que seria nuestra casa por los próximos 13 días.
La travesía comenzó con recoger los bolsos en Queenstown y seguir camino hacia la conocida West Coast de la isla sur de Nueva Zelanda. Dejamos atrás los lagos y las montañas para internarnos en la costa del Mar de Tasmania, que se desplegaba ante nosotros para acompañarnos durante gran parte del viaje. Increíbles lugares y paisajes conocimos en esta zona, como las Pancaques Rocks y los glaciares Fox y Franz Joseph, que marcan un increíble retroceso del hielo.
Uno de los principales atractivos que visitaríamos en la isla sur, en el norte de la isla sur, era el Parque Nacional Abel Tasman, un parque nacional que protege los bosques naturales combinados con las playas despobladas. Sin lugar a dudas uno de los lugares mas lindos que conocí hasta ahora en este sueño. Estar en un lugar tan grande y con tan poca gente alrededor, invita a conversar en una charla de horas con el mar, que de hecho tuve en varias ocasiones.
El paso a la isla norte era inminente. El Interislander estaba esperando por nosotros en Picton, para un cruce en ferry de cuatro horas donde la primer hora se pasa esquivando islas y penínsulas, saliendo del fiordo hasta encontrarse con el mar abierto. Llegar a Wellington fue increíble. No solo el viento nos daba la bienvenida, sino los edificios y el ruido de la gran ciudad capital, que nos retornaba por unos instantes al mundo del cual queríamos escaparnos una y otra vez.
La tierra norte de Aotearoa, es la tierra de los maoríes, una cultura que de a poco y lamentablemente se esta transformando en puro “merchandising”, donde solo los nombres de las ciudades recuerdan a esa increíble historia que abarca siglos y siglos de territorialismo sobre las islas.
Taupo, es una ciudad a orillas de un lago que posee una característica única: es el cráter volcánico más grande del mundo. Los centros poblacionales maoríes estaban originalmente ubicados en base a la actividad volcánica, y es por ello que en nuestro camino nos encontramos con la ciudad de Rotorua, el principal sitio de la cultura maori, por encontrarse allí el géiser Te Puia, un géiser que se activa regularmente 2 veces por hora y que muestra la increíble fuerza de la naturaleza, proveniente desde lo mas adentro de la tierra.
Un párrafo aparte merece la ciudad de Mount Manganui, que traía la melancolía y nostalgia de mis 3 amigos, que pasaron allí sus primeros días en Nueva Zelanda. Una hermosa ciudad a orillas del mar, que puede llegar a ser un gran destino en la época de la cosecha del kiwi… pero no todavía.
A medida que ascendíamos rumbo norte por el país, el clima nos empezó a acompañar de mejor manera, y los primeros aires “veraniegos” se comenzaban a sentir. Un paso fugaz por Auckland nos devolvió a todos los recuerdos de nuestros primeros pasos, para continuar camino hasta llegar a Paihia, ubicada justo en frente a Russell. Así como Queenstown esperaba la primer nevada para estallar, Paihia y Russell esperan la llegada del verano para hacer lo suyo. Los vientos parecen soplar de manera muy favorable en estos lugares, que parecieran ser mi siguiente destino de vida en Nueva Zelanda. Veremos que acontece mas adelante.
Pero aun nos quedaba camino por recorrer. La tierra donde los espíritus dejan lo terrenal para viajar mucho más allá en la cultura Maori. El Cape Reinga, la punta norte de la Isla Norte de Nueva Zelanda, donde el Océano Pacifico se encuentra en una lucha desigual con el Mar de Tasmania. Un lugar donde no hay ni el mínimo rastro de civilización y donde no se puede seguir camino. Una sensación muy similar a cuando con mi amigo Marce llegamos al final de la ruta 3 en Argentina. Amigo, en este mismo día fue tu cumpleaños, te deseo lo mejor en tu vida y no te olvides que mas allá de la realidad están los sueños, y que hoy la vida es inventar cada día una alegría, nada mas.
El camino a Auckland comenzaba a dibujarse en el mapa, pasando por playas muy cercanas a la gran ciudad, con delfines y atardeceres que no imaginaba tan cercanos.
Mañana a la noche partimos hacia Bangkok, capital de Tailandia. El fin de este increíble viaje por Nueva Zelanda, marca el principio de un viaje de 47 días por el sudeste asiático. Nuevas culturas y paisajes se mezclaran para de una u otra forma, presentarme la mejor cara de algo totalmente nuevo para mi, y que espero poder compartir con ustedes de la mejor manera…

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